Origen

La cultura es el aliño que se ha macerado lentamente entre la biología y la interpretación del legado de los mitos. Cada tiempo y lugar en el mundo ha tenido su propio mito, su forma de ver y entender la vida.

En occidente fuimos bautizados por el agua judío cristiana, en su interpretación católica apostólica, ah! y romana ¡Con la iglesia hemos topado! Quiere decir, que por karma o jurisprudencia cósmica nos corresponde el Avatar o Ser Despierto Jesús el Cristo.

Nuestra cultura está apoyada en su mitología, independientemente de si existió o no, si nos gusta su figura o no, pues los cimientos de las creencias compartidas nacieron mucho antes de nuestra llegada. Nuestros orígenes van mucho más allá del año cero, como el mensaje de Jesús que se remonta al Génesis.

La rueda de la culpa

Jesús murió y sufrió por tus pecados, por ello eres culpable e irás al infierno… ¡uy uy vaya comienzo!. Mediante el arrepentimiento de tus pecados te liberarás y serás perdonado por Dios… ¡Ah bueno!

Sin embargo, no se obtiene el perdón ni el poder de liberación que contiene ya que el concepto de pecado tal y como lo contempla la iglesia católica es imposible de no cometer, ni siquiera para quienes de hábito visten su cuerpo, pues son conocidos los casos de abusos infantiles entre sotanas, las evangelizaciones a la fuerza, quema de brujas…

A poco que estudiemos la figura del mesías toparemos con el choque entre el mensaje de Jesús y la doctrina católica.

En un momento “delicaillo” Jesús tras recibir latigazos, azotes, insultos, escupitajos y siendo crucificado dijo: “Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen” (Luc: 23) ¡Y seguimos cargando con aquella culpa!

El negocio está claro, consiste en vender un problema y crear la solución. En esta ecuación el problema es la culpa y la solución el perdón de Dios. Eso sí, con la iglesia como única intermediaria. Al Capone se movía igual con los empresarios de su zona, les vendía seguridad.

Conducta-culpa-perdón bajo cepillo…Conducta-culpa-perdón bajo cepillo…La rueda de la culpa.

Aún libres de formas eclesiásticas, el negocio de la rueda de la culpa está insertado en la cultura afectando en todos los niveles desde lo material a lo más sutil e inconsciente.

La esencia

Inconscientemente la cultura nos somete y nos auto castigamos por materializarnos sin la consciencia de Jesucristo. Lo proyectamos en este nivel de realidad a través de esas “cositas” que los ángeles no pueden hacer, ni tener sexo, drogas y rock and roll.

El éxito de esta y otras sectas más exóticas, se basa en que han convencido a mucha gente de que la materia, el cuerpo, lo viscoso, lo pasional es una cárcel, algo que trascender, someter o castigar. Los puritanismos de la New Age, en referencia al sexo, la comida, drogas y los seres de “baja o densa vibración” disfrazan la creencia dual de que lo espiritual es más “cool” que el barro.

Lilah

En la revisión radical y saludable del mito, encontramos la salida de dicha mafia, ups…rueda de la culpa!

Empecemos:

¿Quién era Jesús y qué representa?

Alguien que se sabía creador y experimentador de realidad, una expresión de Dios. Un crack, “cinturón oro infinito dan”,consciente. Su sufrimiento (si no fue una pantomima de su nivel material para no despertar falsa admiración e idolatría) no podemos los “cinturón blanco” imaginar ni entender. Resucitó en tres días, menos tiempo que cualquiera de nosotros tarda en decidir si se corta el pelo o deja al novio. Alguien que su naturaleza es el puro perdón, la misericordia y compasión.

Recordemos que todo lo que vivió, la traición de judas y la negación de Pedro, la condena del pueblo y la crucifixión, estaba amañado y pactado por el mismísimo Dios, fue voluntario y voluntad divina. En resumen, alguien por quien sentir pena y culpa es absurdo, ilógico, soberbio, egoísta, prepotente, inútil, doloroso, aburrido, denso además de caro.

Entonces concluimos que Jesucristo es alguien por quien sentir alegría y gratitud.

Con esta comprensión sería suficiente para salir de la rueda de la culpa, sin embargo, avancemos en la revisión.

¿Qué es el pecado?

El pecado deriva del pecado original, aquel momento en el que Adán y Eva comieron el fruto del árbol del conocimiento y fueron expulsados del Paraíso. Juguetones, inocentes y tiernos como niños de cuatro años, les dijeron no comas eso y lo hicieron al primer descuido. Si a un nene le das un arma y hace daño a alguien, ¿de quién es la responsabilidad? Con lo cual, Adán y Eva en su inocencia no pueden ser generadores del pecado original y cargar con el origen de todos nuestros pecados.

¿Quién puso el fruto al alcance de estos dos nudistas felices? Dios.

Entonces se trata del mismo plan divino, con lo que otra vez parece que basar el origen de la humanidad en una “súper cagada” es mentira, poco astuto y no muy bien intencionado. El plan divino que es simbolizado en esta fábula es el paso de un nivel de realidad sutil a otro más densificado. De la luz hacia la materia consciente, el libre albedrío, la dualidad y la separación de la fuente primordial.

El pecado es la auto percepción de separación de la Fuente Original, desde donde aflora la sensación de estar incompleto e insatisfecho. Es una auto percepción subjetiva, no puede ser moral, dependiente de ningún acto, ni dictada por terceros y solo depende de quien la vive. Como decía San Agustín “Ama y haz lo que quieras”

En India resumen el camino espiritual en un juego de mesa llamado Lilah, el juego cósmico de salir de casa, disfrutar del camino y regresar.

¿Qué es la culpa?

La culpa es un mecanismo natural de alerta en el Ser humano. Se expresa mediante una sensación opresiva y un sabor amargo, se produce cuando se cree que se peca, es decir cuando nos sentimos incompletos y separados.

Teniendo en cuenta que es imposible estar vivo y separado de la Vida al mismo tiempo, la culpa avisa de algún fallo en el sistema de creencias. Las creencias son mutables y se puede estar sin el influjo de estas, entonces, la culpa es prescindible.

Encontramos tres niveles de arrepentimiento, el más conocido es el moral, no es práctico espiritualmente y sí a veces facilita las cosas en lo material y social. No caigamos en su trampa, ya que la moral no procede de la conciencia, sino de una imposición cultural.

El acto consciente de no estancarse en la culpa se transforma en responsabilidad ante la conducta que despertó el sentimiento de culpa, es así como se evidencia que revisando y actualizando creencias podemos percibirnos más libres.

El arrepentimiento místico pasa por la experiencia extática, la cual nos abre a una comprensión total, física, emocional, mental energética y espiritual en la que se abandona la personalidad y así acceder al Paraíso por su puerta de fuego.

¿Qué es la encarnación?

La encarnación es el proceso de materialización voluntaria desde lo más abstracto, Dios hasta lo más concreto, nosotros. Encarnar es voluntario y parece ser que aquí en la experiencia humana nos olvidamos.

El anhelo de unión con lo divino puede ser la chispa que inicia el viaje espiritual o el foco que despierte sentimiento de culpa. ¡Tú eliges!

Imagina esta secuencia:

El vacío…
Del vacío a la idea de existencia.
De la idea de existencia a la idea de agua.
De la idea de agua surge la humedad.
De la humedad el vapor.
Del vapor a la condensación líquida, el agua.
Del agua a la más lenta vibración y su mayor densidad, el hielo.

Entender esta revisión del mito y la decisión de encarnar para experimentar en la materia nos abre a nuevos conceptos donde quedamos libres del peso de la culpa.

Y siendo conscientes de que la experiencia humana se da a todos los niveles a la vez es cuando comprendemos que culpa estancada es innecesaria.

Fuente: David Cobo

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